En las granjas y huertos, diversos frutos están madurando en los primeros días del verano. En esta temporada de cultivo, muchos agricultores están ocupados cosechando sus frutos, que han madurado según la providencia de Dios. Los miembros de la Iglesia de Dios están tomando la delantera apoyando a los agricultores que están sufriendo por falta de apoyo. El 6 de junio, alrededor de 20 miembros de la Asociación del Sur de Daegu ayudaron a Gong Jin-guk (68 años) a cosechar cebollas. Para ayudarlo, los voluntarios fueron a Guji-myeon, Hyeonpug-gun en la provincia de Gyeongsang Sur, región famosa por el cultivo de cebollas y ajos.

ⓒ 2005 WATV
Llegaron muy temprano al lugar del cultivo de cebollas para ayudar a los agricultores. El dueño de la granja les dio la bienvenida y dijo con una amplia sonrisa: “Estaba muy preocupado, tenía que cosechar estas cebollas pero nadie podía ayudarme porque todos los agricultores de la aldea estaban ocupados. Muchas gracias por ayudarme aunque hoy es feriado. Quizás habrán querido descansar con su familia. ¡Muchas gracias!”
En su campo de 722 mt2, muchas cebollas tenían mala calidad debido al calentamiento global. Algunas florecieron antes de tiempo debido a la excesiva temperatura.
Los voluntarios tuvieron que sacar las cebollas que estaban mal y reunir las que estaban bien. Llevaban puestos guantes y sombreros y se dividieron el trabajo: cortar los tallos con hoces, pelar los vinilos y cosechar las cebollas. Después de eso, comenzaron a cosechar las cebollas del tamaño de un puño que estaban bien, cuyos tallos no se extendían hacía arriba y sus raíces eran fuertes. Tenían mucho cuidado de no dañar las cebollas.

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Los rostros y la ropa de los voluntarios comenzaron a sudar. Sin importarles el sudor, se concentraron en cosechar con una amplia sonrisa. Mirándolos, el dueño no dejaba de elogiarlos. Los miembros de Sion se conmovieron profundamente por las escenas de la cosecha. Un miembro dijo, secándose el sudor de la frente: “Puedo imaginar qué cansado estará Dios, el Labrador espiritual. Seré un hijo que ayude en la labor del Padre, cosechando buenos frutos abundantemente”.
El sol quemaba al mediodía, pero ellos no dejaron de cosechar hasta la tarde. El dueño elogió la paciencia y laboriosidad de los miembros: “Al principio estaba un poco preocupado porque parecía que no eran buenos cosechando. Pero han hecho un excelente trabajo”.
El largo día de verano pasó muy rápido. Trabajaron con fuerza como si fuera su propio trabajo. El dueño dijo: “Me hubiera tomado muchos días y noches terminar este trabajo. Terminaron en un solo día. Les agradezco mucho. ¡Muchas, muchas gracias!”

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Los voluntarios obtuvieron un gran entendimiento a través de este servicio voluntario de cosechar cebollas. Uno de ellos dijo: “El trabajo ha sido duro. Mientras cosechaba con el corazón de propietario, llegué a valorar cada fruto como mi hijo. Pensé en que los hijos perdidos son preciosos para Dios, así como las cebollas maduras son preciosas para el dueño”. Otro dijo: “Quiero complacer a Dios como un buen fruto. Así como sembré cebollas en lo profundo de la tierra con gozo, sudando bajo el ardiente sol, me esforzaré por encontrar a mis hermanos y hermanas perdidos en esta tierra”.
Todos los voluntarios decidieron guiar las almas dispersadas al granero celestial, uno por uno, con el corazón del propietario que considera que todos los frutos son preciosos. Sin falta llevarán a cabo la misión de la última cosecha amando a su prójimo con buenas obras.